sábado, 21 de marzo de 2020

Vía Crucis con los pasos de Semana Santa de Ciudad Real: I Estación

Como iniciativa del Blog de la Cofradía comenzamos hoy este  peculiar Vía Crucis con las imágenes de los pasos de Semana Santa de nuestra Ciudad.
Así podemos llevar más amena la cuarentena por el covid-19 y además rezar en casa.
Vamos a rezar el Via-Crucis  de la Reforma de Juan Pablo II y subiremos una estación cada día.

¡COMENZAMOS!

V/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús en el Huerto de los Olivos
Cofradía de La Oración en el Huerto

Fotografía: Laura Arroyo

V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Lucas 22,39-46:
Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos; y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: «Orad, para que no caigáis en la tentación». Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Y levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no caigáis en la tentación».
MEDITACIÓN
Llegado al umbral de su Pascua, Jesús está en presencia del Padre. ¿Cómo habría podido ser de otra manera, dado que su diálogo secreto de amor con el Padre nunca se había interrumpido? «Ha llegado la hora» (Jn 16,32); la hora prevista desde el principio, anunciada a los discípulos, que no se parece a ninguna otra, que contiene y las compendia todas justo mientras están a punto de cumplirse en los brazos del Padre. Improvisamente, aquella hora da miedo. De este miedo no se nos oculta nada. Pero allí, en el culmen de la angustia, Jesús se refugia en el Padre con la oración. En Getsemaní, aquella noche, la lucha se convierte en un cuerpo a cuerpo agotador, tan áspero que en el rostro de Jesús el sudor se transforma en sangre. Y Jesús osa por última vez, ante del Padre, manifestar la turbación que lo invade: «¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42). Dos voluntades se enfrentan por un momento, para confluir luego en un abandono de amor ya anunciado por Jesús: «Es necesario que el mundo comprenda que amo al Padre, y que lo que el Padre me manda, yo lo hago» (Jn 14,31).
ORACIÓN
Jesús, hermano nuestro, que para abrir a todos los hombres el camino de la Pascua has querido experimentar la tentación y el miedo, enséñanos a refugianos en ti, y a repetir tus palabras de abandono y entrega a la voluntad del Padre, que en Getsemaní han alcanzado la salvación del universo. Haz que el mundo conozca a través de tus discípulos el poder de tu amor sin límites (cf. Jn 13,1), del amor que consiste en dar la vida por los amigos (cf. Jn 15,13).
Jesús, en el Huerto de los Olivos, solo, ante el Padre, has renovado la entrega a su voluntad.
R/. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.
Todos: Padre nuestro...

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